26 Jul LA PENSIÓN DE VICTORINA
La pensión de Victorina Rosado Chantal, en la calle Frontera, nº 15 de Hoyo de Manzanares, figuraba en la publicidad como Casa de Huéspedes y a nombre de su marido, Leonardo Moreno Blasco. La inauguraron en 1970, años después del Bar restaurante Canales, en la Calle Juan Carlos I, nº 1, que abrieron en 1967.
Era una pensión modesta, con seis habitaciones, cuatro dobles y dos de matrimonio. El cuarto de baño completo, con bañera y bidé era de uso común. En la parte delantera se podía disfrutar de una terraza con su mesita, sillas y tumbonas, y en la trasera un coqueto y fresco jardín, donde se reunían los huéspedes a descansar y tomar el aire serrano entre la hiedra, la parra, la hortensias y los geranios.
La construcción de la Ciudad Residencial La Berzosa, que comenzó en 1970, fue uno de los hechos que nutrieron de clientes la pensión de Victorina, el otro, la llegada a Hoyo de Manzanares de la Academia de Ingenieros del Ejército en la década de los años 60 y 70. De lunes a viernes se alojaban los obreros y otros profesionales que trabajaban en el Berzosa, y tenían sus casas en provincias vecinas o pueblos muy alejados. El viernes por la noche dejaban las habitaciones hasta el lunes por la mañana en que volvían al trabajo. Cuando los obreros se iban, Victorina limpiaba y cambiaba la ropa de cama para recibir a sus huéspedes de fin de semana: los cadetes de la Academia de Ingenieros, jóvenes que procedían de provincias lejanas como Burgos, Barcelona, Málaga o Sevilla y que no viajaban hasta allí, sino que se alojaban en Hoyo las noches del viernes al domingo. Alguno de los cadetes dejaron huella en la memoria de Victorina. Este fue el caso de tres hermanos andaluces, hijos de un militar apellidado Naranjo. Con su guitarra y sus cantes animaban la hora del vermú en la terraza del bar Canales, mientras vecinos y veraneantes se acercaban atraídos por tan improvisado espectáculo. Uno de los hermanos era el padre la cantante Mónica Naranjo.
Los cadetes tenían muy cerca de la pensión un lugar a donde acudir a divertirse las noches del fin de semana: la discoteca Golden Star Club, en Avda. Juan Carlos I, nº 15. Una noche hubo un incendio y uno de los clientes de Victorina, enfermo del corazón, que allí estaba, resultó con graves quemaduras en la cara.
Las opciones en la casa de huéspedes eran, sólo alojamiento, media pensión o pensión completa. Las comidas, cenas y desayunos se hacían en el bar-restaurante Canales. Varios de los profesionales de las obras de la Berzosa, arquitectos, aparejadores u obreros, acudían a comer allí. Los precios no eran muy elevados y Victorina, que era la cocinera, tenía sus especialidades, alguna de las cuales le dieron justa fama, como el conejo al ajillo, el pollo al chilindrón o la paella. Los domingos, vecinos hoyenses, pero sobre todo los llamados “veraneantes”, encargaban apetitosas paellas para llevar. Victorina tenía experiencia como cocinera porque desde 1965 había ejercido como tal en el poblado Golden City, durante los rodajes de cine del oeste que se hicieron en Hoyo. Allí preparó comidas junto con sus compañeras Anita Díaz y Nina Hernández, escenario donde años antes había participado como extra en películas como “Tres hombres buenos” (1963) o “ Bienvenido padre Murray” (1964).
En ocasiones, y hasta principios de los 70, se juntaban en el restaurante Canales hasta cien personas del equipo de rodaje de los western, para lo cual tenían que habilitar la terraza y colocar tableros y borriquetas en la acera de enfrente. Otras veces les preparaban bocadillos para la hora de comer si el equipo se desplazaba a rodar a la Pedriza, día que terminaban cenando en el Canales.
La pensión de Victorina servía a veces como improvisado camerino, cuando rodaban alguna escena en el centro del pueblo. Clientes habituales de la casa de huéspedes en los años 70, fueron el señor Cascante y su familia. Cada año, durante las Fiestas Patronales, traía su plaza de toros portátil y la instalaba en la explanada que servía de patio de recreo de las Escuelas públicas, en la actual Plaza de Cervantes. Allí, además de corridas de toros en las que participaba su propio hijo, se celebraron otras actividades como veladas de boxeo, festivales de cante o actuaciones de baile.
La pensión de Victorina dejó de funcionar en 1991.
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